
La Insulina es la Culpable del Riesgo Cardiovascular, No el Colesterol
El miedo a las grasas lleva instaurado en nuestras mentes durante décadas. Se sigue teniendo la creencia de que «las grasas saturadas suben el colesterol y taponan las arterias». Hoy sabemos que esto no es cierto.
De hecho la revista norteamericana Time publicó en su portada:
- En 1984 un reflejo de esta idea del miedo a la grasa mostrando al huevo como culpable del colesterol.
- En 1999 rectificó explicando que los huevos no eran culpables ni peligrosos.
- Y en 2014 la portada de la misma revista Time fue «Come mantequilla» reflejando justamente la equivocación de tener miedo a la grasa. ¡30 años después!
A día de hoy los médicos nos siguen diciendo que «las grasas saturadas son las culpables del colesterol y de los infartos».
Pero las grasas saturadas NO son los culpables de los infartos.
NI el colesterol es el demonio ni el culpable de las enfermedades cardiovasculares. El colesterol es un tipo de grasa o lípido y es esencial para la vida. En definitiva, sin colesterol no hay vida.
LAS GRASAS SON INOFENSIVAS PARA EL COLESTEROL
El colesterol es tan importante que aunque no comas nada de colesterol, tu hígado lo va a fabricar porque lo necesitas para vivir y si no te morirías.
- El 80-90% del colesterol lo produce el hígado.
- El otro 10-20% depende de lo que comas. Si comes más colesterol, tu hígado producirá menos, y viceversa.
El hígado fabrica lipoproteínas para que el colesterol y los triglicéridos viajen por la sangre, como una especie de “barquitos” que van desde el hígado a los distintos órganos y después de vuelta al hígado.
Es un perfecto sistema de distribución de energía.
Estas lipoproteínas o “barquitos” son las famosas VLDL, LDL y HDL que aparecen en las analíticas.
- El hígado empieza creando las VLDL de mayor tamaño. Tras unas horas se reducen de tamaño y se convierten en IDL y después en LDL el mal llamado “colesterol malo”.
- Las LDL «viajan» por la sangre un par de días, y vuelven al hígado para reciclar los triglicéridos y colesterol no utilizados.
- Las HDL o “colesterol bueno” se encargan de retirar el colesterol dañado y devolverlo al hígado. El HDL es un reparador de daños y se encarga de que el sistema de transporte funcione bien.
El sistema se estropea cuando las LDL se quedan demasiado tiempo viajando por la sangre.
¿Y cuándo ocurre esto?
Cuando tienes la insulina alta por exceso de azúcar y carbohidratos. Porque se inhibe el metabolismo de las grasas y solo se puede quemar azúcar. Y los triglicéridos se quedan en la sangre sin poder utilizarse.
Es decir, las LDL llenas de “grasas” (triglicéridos) se quedan viajando errantes sin poder utilizarse y con el tiempo se oxidan, se hacen pequeñitas y pegajosas. Son las LDL patrón B y éstas sí son dañinas. Al hacerse pequeñitas pueden traspasar los vasos sanguíneos y producir una lesión.
Al haber lesión, hay inflamación, y el sistema inmune entra al rescate. Los leucocitos, plaquetas… van a reparar la lesión y ahí cuando se va formando la placa de ateroma, que si se desprende o se rompe puede obstruir la arteria y causar un infarto.
Es la insulina alta por comer azúcar y carbohidratos la que produce las LDL patrón B dañinas,
Y no las grasas.
Las grasas no suben la insulina y son inofensivas para el colesterol.
EL CULPABLE ES EL AZÚCAR
Y los carbohidratos refinados de alto índice glucémico. Que suben la insulina y no dejan quemar grasas.
Si esto ocurre de forma continua desemboca en una hiperinsulinemia y aquí empieza en verdadero riesgo cardiovascular.
En lo que debes fijarte en tu analítica es:
- Que tu HDL sea alto (> 50 mg/dl). Porque significa que se encargará correctamente de la retirada de triglicéridos.
- Que tus triglicéridos estén bajos (< 120 mg/dl y si están por debajo de 80 mucho mejor)
- Que el cociente TRIGLICÉRIDOS / HDL sea inferior a 2.
- Que el cociente COLESTEROL TOTAL / HDL sea < 5 o mejor aún < 4.
Esto significa que tus LDL serán de patrón A inofensivas y no habrá riesgo cardiovascular.
En un organismo sano que tiene niveles de insulina bajos (o incluso moderados), las LDL terminan tras 2 o 3 días volviendo al hígado para su reciclaje. Tendrás tus triglicéridos bajos y tu HDL alto y no hay riesgo cardiovascular. Todo funciona correctamente.
En cambio, en un organismo con niveles de insulina altos de forma continua (hiperinsulinemia) se inhibe el metabolismo de las grasas y solo se puede quemar glucosa. Los triglicéridos se acumularán en sangre sin poder utilizarse. De ahí los triglicéridos altos en una analítica (malo). Las LDL se quedan en la sangre más tiempo oxidándose y estropeándose y pueden llegar a formar la placa de ateroma.
Las HDL intentarán ayudar al «sistema sobrecargado», pero esa ayuda prolongada en el tiempo hará que las HDL se terminen agotando y bajen en número. De ahí el HDH bajo en una analítica (malo también).
Son los niveles altos de insulina de forma continua los que favorecen el endurecimiento de las arterias porque obliga a que las LDL se queden muchos días en sangre volviéndose pequeñas y oxidadas.
Si tu dieta es alta en azúcar y carbohidratos refinados acabarás desarrollando resistencia a la insulina.
Además ese exceso de glucosa continuo hará que tu hígado fabrique grasa a partir de esos azúcares dando lugar al hígado graso y exportará grandes cantidades de triglicéridos a la sangre.
Recuerda que niveles altos de insulina de forma continua es lo que da lugar a la resistencia a la insulina y al síndrome metabólico.
QUÉDATE CON ESTO
Lo importante es el riesgo cardiovascular, no si el colesterol está por encima de 200 mg/dl.
Y esto está ligado a tener niveles altos de insulina por un consumo elevado de azúcar, no de grasas saturadas.
La grasa es inocente.
El azúcar: culpable.
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