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Alcohol y Dieta Cetogénica

Antes de empezar que quede claro que el alcohol NO es sano. Es un tóxico. Si puedes no tomarlo, mejor. Y beber en exceso es malo siempre.

Pero la realidad es que el alcohol, aunque no deberíamos casi ni probarlo, en mayor o menor medida, casi todos lo tomamos. Y especialmente en reuniones con amigos o familiares.

Puesto que es un negocio multimillonario, podemos encontrar estudios “pagados” por la industria para que se diga que «una o dos copas de vino son saludables y hasta cardioprotectoras».

Pero ¿es esto cierto? Probablemente no, pero si comprendes qué le pasa a tu cuerpo cuando bebes alcohol, podrás hacer las cosas mejor.

 

METABOLISMO DEL ALCOHOL

  1. Tras su ingestión, el alcohol tarda entre uno y dos minutos en llegar a la sangre, donde puede permanecer durante varias horas.
  2. Una vez en el torrente sanguíneo se distribuye por todos los órganos de tu cuerpo, afectando de forma especial al  cerebro y al hígado.
  3. El hígado convierte el etanol en acetaldehído (muy tóxico) y luego en acetato (menos dañino), que finalmente se descompone en agua y dióxido de carbono para su eliminación.

El alcohol es una sustancia tóxica que tu cuerpo tiene que eliminar.

Y de esto se encarga tu hígado.

 

Tienes que saber que, aunque no bebas alcohol, también se produce alcohol al fermentarse algunos alimentos. Es decir, las bacterias que tienes en el intestino producen unos gramos de alcohol por la fermentación de la comida sin que te des cuenta. Por eso tu hígado está preparado para enfrentarse a una dosis pequeña de alcohol y transformarlo en sustancias inofensivas para el organismo: básicamente agua y CO2.

El problema es cuando te pasas de la dosis.

  • El hígado tiene un límite. Si te pasas, el alcohol sobrante se queda circulando en tu sangre, y como afecta especialmente a tu cerebro, de ahí la “borrachera”, te cuesta hablar y te desinhibes.
  • Como es un tóxico, el alcohol se pone el primero de la fila para que el hígado lo procese, paralizando otros procesos metabólicos.
  • Por un lado detiene la quema de grasas y carbohidratos. Si a la vez que bebes alcohol estás comiendo o has comido, el hígado está tan ocupado deshaciéndose del alcohol, que deja de procesar los carbohidratos y las grasas, de manera que en lugar de «quemarlos», se almacenan.

El alcohol NO se convierte en grasa, pero hace que GANES grasa.

  • Pero no es debido a sus calorías, como muchos dicen.
  • Es porque detiene la capacidad del cuerpo de utilizar las reservas de grasa para obtener energía.

Cuando te tomas una copa en un bar con un aperitivo de cacahuetes y gominolas, que está tan de moda, estás combinando grasa y azúcar, que:

  • Se convierte en grasa porque NO se puede procesar y al final contribuye a la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico.
  • Además detiene la síntesis de proteínas, porque la prioridad número uno es eliminar el alcohol, poniendo en pausa todo lo demás. Tomarte unas cuantas copas de vino después de entrenar, hará que tu masa muscular no prospere igual.
  • Además, al dejar de procesar la glucosa y los ácidos grasos, se almacena grasa en el propio hígado. Si esto es continuo, el alcohol en grandes cantidades puede producir la enfermedad conocida como hígado graso.

Igual que la fructosa.

  • Recuerda que el hígado graso se puede producir por el exceso de alcohol y por el exceso de fructosa.
  • El etanol y la fructosa son primos metabólicos.
  • Y ambos propician el hígado graso, lo que causa fibrosis hepática, cicatrización y posible cirrosis, insuficiencia hepática e incluso cáncer de hígado.

Así que si tienes hígado graso, aunque no sea por beber, DEJA EL ALCOHOL, al menos hasta que se cure.

 

EL EXCESO DE ALCOHOL LO ESTROPEA TODO

Todas las bebidas alcohólicas contienen etanol.

El etanol se metaboliza rápidamente en el hígado:

  • El etanol se oxida a acetaldehído, una sustancia muy tóxica que dura muy poco.
  • Y el acetaldehído es a su vez oxidado para producir acetato, un ácido graso de cadena corta, es decir, energía.

Cuando te pasas bebiendo, hay un exceso de acetaldehído, que:

  • Es tan tóxico que daña TODOS los órganos.
  • Además interrumpe la reparación de ADN lo que puede llevar a desarrollar un cáncer.
  • El consumo excesivo de alcohol debilita el sistema inmune y tiene consecuencias muy negativas: ulceras, diabetes, pérdida de masa ósea o tumores.

Tomado con mucha moderación no causa adicción, pero si bebes día tras día, se puede caer en el alcoholismo, y su efecto es devastador.

 

EL ALCOHOL ES SEDATIVO

El alcohol crea un efecto sedativo justamente después de su consumo, aumenta la secreción de adrenalina y altera la producción de serotonina, neurotransmisor que induce el sueño.

Pero sedar no es dormir. Cuando los médicos sedan, eliminan la conciencia, pero no producen sueño. 

  • El alcohol fragmenta el sueño, produciendo micro-despertares que no se recuerdan al día siguiente.
  • Es decir, produce un sueño no reparador, que bloquea el sueño REM, que el sueño de la salud mental y emocional.
  • Por otra parte, en el cerebro, el alcohol aumenta los niveles de GABA, un neurotransmisor inhibitorio y relajante. Y aumenta los niveles de dopamina, lo que hace que te sientas bien y te produzca sensación de placer.

 

EN CETOSIS, SE TOLERA MENOS EL ALCOHOL

En muchas personas, la tolerancia al alcohol es mucho menor y la resaca mucho peor con una dieta baja en carbohidratos.

Una de las razones que se barajan es que cuando estás en cetosis, al no consumir carbohidratos, tu única glucosa proviene de la gluconeogénesis, proveniente de la conversión de grasa o proteínas en glucosa.

Tu hígado prioriza el metabolismo del etanol sobre la gluconeogénesis y tu cerebro obtiene incluso menos glucosa y más acetona, acelerando el efecto.

Al mismo tiempo se reduce la glucosa en sangre porque tu hígado está ocupado metabolizando el etanol y no produciendo más glucosa con gluconeogénesis.

Por el contrario, un estómago repleto de carbohidratos ralentiza la absorción de alcohol.

 

¿QUE ALCOHOL BEBER EN LA DIETA CETOGÉNICA?

Técnicamente el alcohol SÍ está permitido en una dieta cetogénica. E incluso en una dieta baja en carbohidratos.

Siempre que sean bebidas bajas en carbohidratos y que NO contengan azúcar.

Y siempre que estés sano, por supuesto.

¿Por qué? Porque el alcohol NO hace subir los niveles de insulina.

PERO ten presente que el alcohol es un tóxico, y por eso es menor evitarlo.

Cuanto menos, mejor.

El alcohol se elabora a partir de la fermentación de azúcares y almidones procedentes de distintas fuentes. La levadura «se come los azúcares» y los convierte en alcohol. En función de los azúcares residuales darán como resultado una bebida más o menos dulce. Por eso los vinos «dulces» están llenos de azúcar y los tienes que evitar.

Aún así, curiosamente, en una dieta cetogénica, en la que el consumo de carbohidratos debe ser menor de 20 gramos al día, nos dicen que eligiendo el alcohol adecuado, te puedes permitir alguna copa de vez en cuando.

Una copa de vino puede tener entre 1 y 2 gramos de carbohidratos.

Una cerveza de 330 ml tiene unos 13 gramos de carbohidratos. 

La cerveza es llamada «pan líquido» en algunas civilizaciones. Porque es exactamente eso, hidratos de carbono en estado líquido. Existen cervezas con menos carbohidratos, pero no es fácil encontrarlas.

Por lo tanto es mejor priorizar al vino, que tiene muchos menos carbohidratos.

Los licores como el whisky, el coñac, el tequila, la ginebra, el vermú seco o el vodka no tienen carbohidratos. Pero si le añades un refresco para hacer un cubata o un gintonic, los carbohidratos se disparan.

 

Más consejos:

  • No añadas bebidas azucaradas, ni tónica, ni zumos. Es la peor opción. Una bebida «zero azúcar», aunque tiene edulcorantes, puede ser una opción para de vez en cuando.
  • Sin lugar a dudas, la mejor opción es añadir agua con gas con un toque de lima para conseguir una bebida refrescante y sin carbohidratos. Además el agua con gas parece acelerar el metabolismo del alcohol.
  • El alcohol produce deshidratación porque inhibe la producción de la «hormona antidiurérica (HAD)« , el riñón reabsorbe menos agua, eliminando más cantidad por la orina.
  • Un truco es intentar beber al menos tanta agua como alcohol. Un vaso de agua por cada vaso de vino.

 

EL RESVERATROL DEL VINO

El resveratrol es un polifenol, un antioxidante.

Está presente en las semillas de la uva roja y tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, vasodilatadoras, inmunoestimulantes, antitumorales, etc. Parece ser que tiene un efecto casi mágico y que protege contra muchas enfermedades.

Y esto es verdad, pero para que obtener esos efectos debes tomarte al menos 200 mg de resveratrol al día. En un litro de vino tinto hay unos 5 mg de resveratrol, así que la cantidad que tiene una copa de vino es de risa.

Para que tuviese todos esos efectos positivos para tu salud tendrías que tomarte al menos 40 botellas de vino al día.

Como esto no puede ser, hay médicos que recomiendan tomar suplementos de resveratrol.

AQUÍ tienes todos los SUPLEMENTOS que me parecen buenas opciones.

 

¿Y QUE PASA CON LA RESACA?

Lo peor de beber viene al día siguiente: dolor de cabeza, malestar, irritabilidad,…

¿Qué puedes hacer? Hidrátate

El alcohol produce una pérdida de agua, deshidratación generalizada y desequilibrios de electrolitos, uno de los factores que contribuye al dolor de cabeza.

Por lo tanto para minimizar la resaca, bebe bastante agua con un poco de sal para recuperar un nivel adecuado de agua y electrolitos, especialmente el magnesio, que reduce la inflamación que produce la resaca.

 

ENTONCES ¿BUENO O MALO?

NO, el alcohol NO es sano.

Si puedes no tomarlo, mejor. 

Y beber en exceso es malo, siempre.

Pero el alcohol está aceptado por la sociedad porque refuerza los lazos entre personas. Algunos dicen que una copa de vino acompañada con reuniones de amigos o familiares, y acompañada con alimentos ricos en nutrientes y bajos en carbohidratos, es parte de la receta de la longevidad y la buena salud, nos alegra el ánimo, y nos ayuda a socializar.

Así que, como siempre, con los datos en la mano, tú decides.

 

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2 Comments

  1. By Joaquin von Baer Publicado el 1 septiembre, 2020

    muy didáctico e interesante, Se agradece el detalle y la cercanía con la que está escrito este artículo, gracias

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